Orígenes, actuaciones y el actual conflicto de memorias
La historiadora Andrea Sierra Baz expone los resultados de su investigación sobre el monumento franquista de Tortosa, sus orígenes, las actuaciones que se han llevado a cabo y el conflicto de memorias que lo rodea hasta llegar a la actualidad [texto entregado en octubre de 2021].
El Monumento a la batalla del Ebro en Tortosa
Sobre la búsqueda de la verdad silenciada tras la dictadura franquista
El inicio de la dictadura franquista supuso el silencio y el olvido impuestos por un dictador, Francisco Franco, quien tras su victoria en la Guerra civil en 1939 institucionalizó un régimen dictatorial que duraría hasta 1975, fecha en la que este falleció. Fue a finales de la década de los noventa cuando comenzó a forjarse en España una lucha por la memoria antifranquista de todas aquellas personas que habían sufrido las terribles consecuencias de un régimen represivo y cruel. Las voces de las víctimas silenciadas comenzaron a tener una importante labor: luchar en contra del silencio impuesto durante la dictadura franquista y posteriormente por el Estado democrático español tras la Transición democrática (1975-1978).
La sombra del franquismo, sin embargo, actuó más allá de los actos violentos y atribuyó un significado primordial al espacio. Esto es, con el fin de inmortalizar la victoria del bando franquista, la legitimación del poder del régimen a través de diferentes símbolos que tradujeran, de forma más rotunda, la victoria. Por un lado, el franquismo instauró un calendario, distinto al que había hasta entonces, y que tenía como fin la evocación de diferentes acontecimientos1. De este modo, se intentó agrupar una memoria colectiva de potente carácter franquista. Por otro lado, la tradición franquista también incluyó la conmemoración de la ideología del franquismo y de sus valores por medio de una determinada simbología. Se trataba de establecer un conjunto de elementos simbólicos, entre los más comunes y reconocidos, la bandera, el escudo y el himno2. Pero, también se utilizaron otros elementos significativos, como los uniformes, las placas, la toponimia3, los monumentos, las estatuas, los sellos o las medallas. De acuerdo con Duch, todos ellos se introdujeron como parte de “una dinàmica de destrucció de la simbologia republicana i d’erecció de noves commemoracions que dominaven l’espai públic”4.
Tortosa: el monumento conmemorativo de la batalla del Ebro
La celebración de los XXV Años de Paz5 en 1964 se concibió como el apogeo propagandístico del régimen, puesto que fue una de las mayores campañas oficiales festejadas durante la dictadura con el fin de garantizar su continuidad6. Juan Pablo Fusi define dicho homenaje como una “celebración verdaderamente orgiástica de exaltación a la figura de Franco. El culto a su personalidad […] se desbordó ahora: llovieron sobre Franco homenajes populares, distinciones y medallas conmemorativas, nombramientos honoríficos, frases laudatorias, visitas de pleitesía”7. Así, tras los denominados por el régimen XXV Años de Paz, Tortosa, situada en la provincia de Tarragona y capital de la comarca del Bajo Ebro, fue el escenario en el que se inauguró el monolito con la presencia de Francisco Franco en 1966, legitimando así la victoria franquista en la batalla del Ebro. Sin embargo, la intención de erigir un monolito conmemorativo de la hazaña franquista en la batalla del Ebro estuvo presente desde mucho antes de la definitiva construcción.
Ninguno de los proyectos de los que se tiene constancia de su existencia y que se pensaban erigir no tuvieron suficiente relevancia, dado que no llegaron a materializarse. Según los registros consultados del Ayuntamiento de Tortosa entre 1939 y 1945 en el Arxiu Comarcal del Baix Ebre (ACBE), el primer proyecto de monumento a los caídos en la batalla del Ebro lo propuso Enrique García en 1939, es decir, una vez acabada la guerra. En una carta al responsable de la comisión gestora de Tortosa en aquellos momentos, Recaredo Loscos, García incluyó un boceto, además de una descripción de la idea principal:
“Una estatua monumental, cuyo interior sea un edificio que se pueda dedicar a instalación de Escuelas… que pueda ser para labradores escuela agrícola… biblioteca monumental. O para exposición de productos agrícolas, así como para centralizar todos los servicios agrícolas de la provincia […] Como al mismo tiempo este edificio serviría para atracción del turismo etc se le daría un aspecto monumental y artístico para lo cual en la escalinata se le colocarían esculturas de mármol y bronce de soldado al natural subiendo a la cúspide de la misma al grito de arriba España Una Grande Libre, debajo el escudo de España y las flechas de la Falange. Las esculturas podrían colocarse en forma parecida a las que están colgadas en la estatua de Castelar en la Castellana de Madrid, esto como para que tomasen idea…”8.
No obstante, dicho proyecto nunca se realizó. Una de las teorías que ayudarían a entender y esclarecer el motivo por el que éste no llegara a culminar, podría ser la de la falta de soporte económico y motivación estatal9. Por una parte, el boceto incluye una especie de muro colosal en el que quedaba incrustado, en forma de epitafio, el elogio a la dictadura de Franco—Por España una Grande Libre. Por otra parte, el espacio donde iba a colocarse el monumento estaba rodeado por una pista con el fin de celebrar “carreras de motos, bicicletas, caballos”, acompañado, además, de un estanque.
Después de las depuraciones políticas durante el régimen franquista, las comisiones gestoras cambiaron la fisonomía de los ayuntamientos como parte de una estrategia: “La domesticació dels poders locals era un procés que calia emprendre dins de la conquesta global de l’estat. Era la fórmula per tenir una base sòlida que impedís lla formació d’altres bases per a altres opcions de poder”10. Con el paso de los años, los consistorios franquistas se afianzaron, concretamente, entre 1945 y 1950 con la Ley de Bases de Régimen Local11. En ella se dispuso la solución al problema de la provisionalidad de los ayuntamientos. Para eso, se designaron diferentes alcaldes, gobernadores civiles y regidores en todo el país con el fin de crear “una administració homogènia en la seva fidelitat al règim”12. Entre algunas de las funciones que desde los consistorios franquistas se ejercían, y coincidiendo con los primeros años tras la victoria franquista en la guerra, “es procedí als famosos canvis de noms i carrers i a la castellanització dels rètols […] Igualment en la qüestió del desplegament de la parafernàlia feixista de desfilades i concentracions patriòtiques”13. De igual modo, comenzaron a realizarse diferentes obras públicas y de urbanismo, como la pavimentación de algunas calles, la reforma en el alcantarillado y depuradoras, así como las mejoras en el servicio de suministro de agua potable o la construcción de nuevos edificios14. Por ello, a partir de marzo de principios de los cuarenta, se llevó a cabo una reforma municipal de algunos edificios a petición del gobierno local de Tortosa15 por su deterioro tras la guerra. Asimismo, como demanda del escultor Carlos Riba García, se propuso un concurso público de ideas “para el Proyecto del Monumento conmemorativo de la Batalla del Ebro en esta Ciudad”16 dado el interés en ampliar el legado franquista de la Victoria. Al igual que ocurrió con el proyecto de García, no consta que el concurso se celebrara, lo que nos lleva a intuir que este tampoco albergó la fuerza necesaria como para abordar en aquellos momentos el proyecto de construcción del monumento.
Años más tarde, un arquitecto llamado Agustín Barlett Zaldívar realizó un esbozo de un monumento a la batalla del Ebro en 1950. Una de las curiosidades de dicho proyecto es que, a diferencia del monumento propuesto por García, el de Zaldívar sí que tuvo ciertas similitudes con el monolito que finalmente se construyó entre 1963 y 1964. Por un lado, el “Proyecto de construcción del monumento en honor al glorioso ejército vencedor de la batalla del Ebro”17, incluía la pilastra del antiguo puente de la Cinta como base del monolito en medio del río Ebro. Por otro lado, la simbología con claras connotaciones franquistas que se añadió poco antes de la inauguración del conjunto escultórico también coincidió con el que, finalmente, se erigió. El historiador Felip Monclús ofrece en un artículo publicado en l’Ebre la memoria de Barlett Zaldívar junto con algunas de las características que debía contener el monumento:
“[…] erigir un alto obelisco de planta cruciforme, rematado en su parte superior por un águila, la simbólica de la idea imperial del movimiento renovador, aferrando sus garras a un pedrusco, o sea simbolizando la definitiva posesión de las tierras recién conquistadas que bañaron las aguas del rio; en la parte anterior, bajo ella, una larga y fina espada de corte semejante a la usada por el Cid […]. La espada victoriosa del Caudillo, será de dorado bronce […] En la parte inferior, dos cuerpos pétreos adosados, llevarán en sus frontis las cinco flechas emblema del movimiento”17.
Boceto del monumento en Tortosa a los vencedores del Ebro, cuya autoría corresponde a Agustín Barlett. Fuente: Repositorio Digital del Ayuntamiento de Tortosa [En línea].
Disponible en: http://documents.tortosa.cat/items/show/30
Después de todo, dicho proyecto no se llevó a cabo, y según Monclús, se desconocen aún los motivos de lo que sucedió realmente. En los expedientes del ACBE se encuentran, incluso, las facturas de las diferentes empresas que iban a colaborar en su construcción. Y, al igual que el anteproyecto de Enrique García en 1940, el monumento propuesto por Zaldívar tampoco tuvo el impulso municipal y estatal suficiente para que éste se construyera. En ese caso, fue dieciséis años más tarde cuando, finalmente, con motivo de la celebración del XXV aniversario de la paz franquista, el monolito se erigió. Sea como fuere, hubo una intención desde que finalizó la Guerra civil de crear un monumento con fines claramente conmemorativos a los caídos del bando franquista y, por supuesto, para recordar al Caudillo y su victoria.
Así, fue entre 1963 y 1964 cuando se construyó en medio del río Ebro, cerca del puente que comunica Tortosa con el barrio de las Ferrerías, un monolito cuya actual estructura es la siguiente:
“El conjunt es composa d’una pilastra de formigó sobre la que s’aixequen dues altes punxes en forma piramidal buides de l’interior, de ferro. La més alta té una gran creu adossada a un dels angles, l’oposat al pont, i és coronada per una estàtua que representa el soldat espanyol guiat per un estel, al que toca amb el braç dret aixecat. Té a la superfície gravada creus així com altres signes de diversa mena, i a la part superior dels costats laterals plaques de vidre. La punxa petita és coronada per la figura d’una àguila amb les ales esteses. Aquesta és treballada a base de plànols, amb planxes combinades, mentre que la figura del soldat rep un tractament més volumètric”18.
Previamente a su construcción, las autoridades franquistas aprovecharon un pilar abandonado que pertenecía al antiguo puente de la Cinta, levantado en 1895, pero que “el 18 de abril de 1939, al llegar el Ejército Nacional a las riberas del Ebro […] las Fuerzas de la República volaron en su retirada los tres puentes que traspasaban el curso fluvial […] y el viejo Puente de la Cinta desapareció para siempre. En el centro del río quedaba, como triste y descarnado muñón, los restos de la pilastra”19. Dicho pilar fue incluido en el proyecto de construcción del monumento para ser utilizado como base de todo el conjunto escultórico:
“El monumento constituye a la vez un homenaje al genio militar y político de Francisco Franco, que supo conducir al pueblo español por las más altas rutas victoriosas durante la Cruzada y mantiene su guía segura, decisiva y gloriosa en estas etapas de la paz que cumplen sus veinticinco años. Y considera, por las razones indicadas, esta Presidencia, que dicho homenaje ha de tener una especial dedicación a S.E. el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, mediante la ofrenda de una reproducción de aquel monumento, como símbolo de la fervorosa lealtad y permanente adhesión de Tarragona y su provincia al gran artífice de la Victoria y la Paz de España”20.
Por tanto, la construcción del monumento tenía como fin rememorar la victoria franquista en la batalla y legitimar la figura del dictador.
El director de la Escuela de Arte de Tarragona en aquellos momentos, Lluís Maria Saumells, asumió su papel como el escultor definitivo del monumento a la Batalla del Ebro en 1962. El gobernador civil de la provincia de Tarragona y jefe provincial del Movimiento, Rafael Fernández Martínez, reprendió la iniciativa de su construcción a través de la instauración de una Comisión Pro-Monumento a la batalla del Ebro16, y de cuya entidad era presidente. Junto con el presidente de la Diputación, Antonio Soler Morey, y el alcalde de Tortosa, Joaquim Fabra, le encomendaron a Saumells el diseño de un proyecto de monolito conmemorativo. Por un lado, el escultor propuso varias maquetas para su futura construcción, y una vez concluidas las necesarias correcciones, Saumells mostró la maqueta final a las autoridades al cargo de su supervisión21. Por otro lado, con motivo de quiénes se ocuparían de la construcción de las diferentes partes del monolito, se planteó un concurso entre algunas empresas comerciales:
“Agroman, per a l’estudi tècnic del projecte; Hijo de Miguel Mateu22, per a l’execució dels treballs en ferro; Barrera y Casanovas, de Barcelona, a qui competia l’estel que coronava el monument; Talleres Vda. Morros, també de Barcelona, que executà l’àliga de ferro; Fundición de Valls, la figura de bronze del combatent; Reventós, de Barcelona, els vitralls; Lumex, de Barcelona, els treballs d’enllumenat, etc”23.
Así, se llevaron a cabo diferentes trabajos de realización y montaje del monumento por diferentes sociedades mercantiles. En los expedientes del Archivo Histórico de la Diputación de Tarragona, podemos observar facturas que confirman las diferentes empresas que colaboraron en la fabricación del monolito. Fueron dos largos años en los que se modificaron las maquetas y se realizaron cambios respecto al material que se utilizaría para erigir el monolito. Uno de los ingenieros de la empresa Agroman, Aldama, solicitó que se encargara “un nuevo proyecto a realizar en hierro”24, ya que lo consideró más adecuado que el cemento armado previsto para su cimentación. Sea como fuere, a medida que la ejecución del monumento seguía su curso, éste obtuvo un vigoroso apoyo por parte de las autoridades, e incluso del propio Caudillo, a quien se le hizo entrega el 13 de mayo de 1964 en el Palacio del Pardo de una maqueta del monolito16.
Respecto a su financiación, se puso un fondo a partir de la gratitud y contribución económica de todos los ayuntamientos de la provincia de Tarragona, así como el del consistorio de Tortosa y la Diputación. De hecho, se creó una Junta pro Monumento a la batalla del Ebro que se encargó de controlar la contribución de cada uno de los ayuntamientos. Monclús corrobora que dicha Junta, en caso de que alguno de los regimientos no hubiese aportado una cantidad de dinero, enviaba una carta en forma de recordatorio para que éstos no olvidaran su deber para con la viabilidad del proyecto del monumento.
Por último, después de dos años, diferentes fases de construcción25 y un importe estimado en alrededor de los 3.500.000 de pesetas de la época26, el monumento, al fin, estuvo dispuesto el 13 de noviembre de 1964. Según Duch, el monumento de la batalla del Ebro “constitueix un símbol de l’art franquista prou singular per l’alçària, les exigències estàtiques, la solució constructiva i la funció que li va conferir l’autoria de Saumells27”. Sin embargo, no fue hasta el 21 de junio de 1966 cuando Francisco Franco28, en persona, inauguró29 el monolito conmemorativo de la victoria franquista durante la batalla del Ebro:
“Franco va inaugurar el monument pitjant el botó pel qual s’il·luminava l’estructura, acompanyat del repic de campanes de totes les esglésies de Tortosa, 21 salves d’honor des del Castell de la Suda, centenars de coloms alliberats a la base de l’estructura i avions de l’Exèrcit llençant flors sobre el monument”30.
Imagen del monumento de la batalla del Ebro. Fuente: Archivo Histórico de la Diputación de Tarragona.
Desde su inauguración en 1966 hasta la actualidad
Tras el fallecimiento del dictador y el transcurso de la transición, ni el nuevo Estado democrático ni los ayuntamientos llevaron a cabo políticas destinadas a la retirada de la simbología franquista. Por ello, aún existen infinidad de placas, nombres de calles, monumentos e insignias que aluden al dictador y al régimen.
Uno de los casos más significativos es el de Tortosa, el mayor monumento franquista conservado en Cataluña31. Duch reafirma la incuestionable sombra del franquismo que el monumento todavía conserva: “L’estructura oculta sostenia, a nivells diferents, tres elements emblemàtics al·lusius: a la persona de Franco, per mitjà de l’àliga de ferro, del seu Imperio i del víctor del Caudillo, i a la religió oficial, per mitjà de la creu”27. Actualmente, los símbolos más alusivos no forman parte del complejo escultórico, pero otros sí que persisten, como el águila o las dos cruces, lo que nos muestra, de acuerdo con la arquitecta María García Ruíz, una parte del tejido social que actúa más allá del símbolo, y que además “sosté d’alguna manera aquella verticalitat feixista”32.
Tal y como afirma el historiador tortosino Ramón Miravall, previamente a la construcción del monolito, aún con vida el dictador, hubo un intento de derribar el monumento de Tortosa para que éste no se erigiera. Sin embargo, dicha tentativa no tuvo éxito, ya que el monolito, finalmente, se construyó. Asimismo, Miravall confirma que “es va intentar fer-lo desaparèixer d’una forma no gaire ortodoxa. Bé, això no era possible d’una altra manera en realitat”33. Incluso, Miravall asegura que aquellos que lo intentaron, le propusieron “volar el monument, cosa que ell va descartar”34. Así, los continuos intentos de retirada del monumento comenzaron antes de la puesta en vigor de algunas políticas de reparación que se realizaron durante la transición.
Después de la transición democrática, concretamente en 1984, hubo otro intento respecto a cuál iba a ser el futuro del monumento franquista de la batalla del Ebro. De nuevo, Miravall, como delegado de Cultura en Tortosa, y desde la Comisión del Patrimonio, propuso la retirada del monolito:
“Per l’any 1984, jo estava de delegat de Cultura, i presidia la Comissió Tècnica del Patrimoni, i es va fer la proposta de fer-lo desaparèixer. I en vaig parlar amb la Diputació, amb lo mateix escultor, el senyor Saumell, que n’estava molt orgullós del monument que havia fet. Però així i tot van haver, efectivament, algunes opinions que venien a oposar-s’hi en l’àmbit urbà”35.
A pesar de la oposición, finalmente, la Comisión aceptó la propuesta para excluirlo del espacio público y ubicarlo en otro emplazamiento. Pero, al igual que ocurrió años atrás, el monumento perduró en el lugar donde había sido erigido debido a la ausencia de apoyo dentro y fuera del gobierno municipal. El alcalde de Tortosa en aquellos momentos, Vicent Beguer i Oliveres, de Convergència Democràtica de Catalunya, afirmó en un artículo publicado en el periódico local Bajo Ebro el 28 de febrero de 1986 que “los plenos del Ayuntamiento de 30 de junio y 31 de septiembre de 1984 […] tomaron los acuerdos de oponerse a las pretensiones de los que piden destruirlo o trasladarlo a otro lugar”36. De este modo, el monumento ha continuado indemne hasta nuestros días, a pesar de los continuos intentos de retirarlo sin éxito.
Concerniente a los símbolos que adornaban el monolito, el Ayuntamiento de Tortosa decidió en la década de los ochenta retirar el Víctor37, anagrama personal de Franco, y la inscripción en la base del monumento en la que podía leerse “Al Caudillo de la Cruzada y de los veinticinco años de paz”38. El proceso de retirada de los citados elementos simbólicos tuvo lugar entre 1984 y 1986, “aprofitant els treballs de reparació realitzats per pontoners de l’Exèrcit de Terra, l’Ajuntament va demanar al Ministeri de Defensa que eliminés els símbols inequívocament feixistes […] Finalment, va ser el propi Ajuntament el que va pagar el 1986 la retirada dels símbols”39. Fue en 2003 cuando Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) propuso la retirada del monumento. El alcalde, Joan Sabaté, y miembro del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), convocó un concurso de ideas en 2006 con la intención de decidir, entre las diferentes opciones, “un projecte que donés sentit a l’espai desocupat pel monument. Una passarel·la de vianant, que recuperaria la funció de l’antic pont de la Cinta, ha estat l’opció més escoltada”38. Al igual que ocurrió en 1984, la retirada del monumento no se realizó.
Con el paso de los años, el cambio de gobierno y la entrada en vigor de la “Ley de Memoria Histórica” estatal de 2007, se retiraron un año después, en 2008, las tres placas que aludían a la inauguración del monumento:
“Aquests petits monòlits, situats a la riba del riu, just al front del monument, contenien les inscripcions commemoratives de la inauguració; al marge de la data i la inscripció de la inauguració a càrrec de ‘S.E. el jefe del estado caudillo de España’, hi constaven els noms del llavors governador civil de Tarragona, Rafael Fernández, com a promotor de la iniciativa; el president de la Diputació, Manuel Soler; el bisbe de Tortosa que va beneir el monument, Manuel Moll; l’alcalde de Tortosa de l’època, Joaquín Fabra; i l’escultor responsable de l’obra, Luís María Saumells. Existia una tercera placa, que figurava just al costat de la inaugural, on apareixia la llegenda ‘A la promoción del Ebro de la Guardia Civil. A los combatientes de la batalla del Ebro. Tortosa 1968”16.
En aquellos momentos, el gobierno local estaba formado por Convergència i Unió (CiU) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Dicha coalición consiguió, a partir de un fuerte impulso e intensa polémica ciudadana, la supresión de dichas placas: “El monument franquista […] va ser objecte d’una amputació dels principals elements iconogràfics”40. Por lo tanto, referente a la simbología franquista más explícita del monumento, se ha retirado con el paso del tiempo debido a la unión de las fuerzas políticas que, en algún momento, se han mostrado detractoras del monumento, y la presión social a favor de su retirada. No obstante, aún perduran elementos simbólicos, como la cruz de san Jaime adosada en uno de los ángulos frontales del monumento, la cruz latina en la parte trasera o el águila.
Monumento de la batalla del Ebro, Tortosa, a 4 de julio de 2017. Fuente: A. Sierra Baz
Pero, lo cierto es que hoy en día existe un polémico debate en torno al origen de la simbología del monumento. El pasado año, el mismo jefe de montaje de la empresa Hijo de Miguel Mateu, Víctor Esquerré, afirmó en una entrevista que “a l’encàrrec hi deia monument a la batalla de l’Ebre, i sempre vam creure que era un monument a tots els morts a la batalla, sense distinció de bàndol”41. Esquerré añade que, tanto el “Víctor” de Franco como las insignias que se incorporaron a la pilastra, formaron parte de un encargo póstumo a la construcción del monumento y previo a la inauguración: “El propi franquisme va reinterpretar el monument”16.
Resulta extraño creer que el franquismo, en alguna ocasión, pensara homenajear a los fallecidos del bando republicano. Así lo reitera Mauricio Bernal cuando le pregunta a Esquerré por el origen de los símbolos del monumento, a lo que el jefe de montaje le responde: “Si el monument hagués estat pensat des del principi com un homenatge només als morts nacionals, el normal és que les plaques ens les haguessin encarregat també a nosaltres, que haguessin format par de l’encàrrec. Però no va ser així. Això va ser posterior”42. Dicho testimonio se basa en los planos de la construcción de la estructura metálica del monumento que el mismo Esquerré conserva, también disponibles en el Archivo Histórico de la Diputación de Tarragona. En él, podemos observar detalladamente diferentes detalles de cada una de las caras del monolito. Aun así, el esbozo de la estructura metálica no tiene relación con el diseño de los símbolos, puesto que por lógica debió existir otro documento, algo parecido a un anexo, en el cual figuraran los diferentes símbolos que se incluyeron como parte del conjunto escultórico. De este modo, el plano que posee Esquerré no puede considerarse una prueba tajante de la carencia de simbología franquista en el proyecto del monumento.
Plano de la estructura metálica para el monumento a la batalla del Ebro.
Fuente: Arxiu Històric de la Diputació de Tarragona
No obstante, la polémica respecto al futuro del monolito ha continuado. En 2010, el gobierno local en aquellos momentos, CiU, rechazó una moción por parte de una de las plataformas del municipio que reivindican la retirada del monumento: “La moción, presentada por la entidad cívica Casal Popular Panxampla, estaba avalada con la firma de 856 ciudadanos y reclamaba el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica […] e insta a las administraciones a retirar los símbolos que exalten el franquismo en las ciudades”43. A pesar de todo, el rechazo de CiU, que recibió apoyo por parte del PP, resultó ser determinante para tumbar la proposición ciudadana44.
Casi cuarenta años después, y recordando lo que afirmaba anteriormente, ningún alcalde se ha atrevido a retirarlo. Lo que sí es cierto es que, desde su construcción, el destino del monolito sigue provocando un gran rechazo. Los diferentes partidos políticos, aspirantes a la alcaldía de la capital del Bajo Ebro, han utilizado el monumento de Tortosa como un arma arrojadiza entre ellos. Una de las disputas más recientes está relacionada con que en la actualidad, según la periodista Mercè Pérez, “ninguna administración se hace cargo de la conservación del monumento”45. Por ello, han sido varias las ocasiones en que algunos partidos políticos, como el Partit Popular Català (PPC) y Plataforma per Catalunya (PxC), y organizaciones fascistas, como la Falange Española de las JONS o Democracia Nacional (DN), los que han reclamado la conservación del monumento o su restauración. La ausencia de mantenimiento, así como la constante presencia de pintadas antifranquistas en los alrededores del conjunto escultórico, se han convertido en argumentos para requerir su preservación, “argumentant que es tracta d’un element important del patrimoni de la ciutat que ja s’ha despullat de la simbologia franquista”46. En cualquier caso, es equívoco pensar que el monumento carezca de responsables; otra cosa muy distinta es que ninguno de ellos quiera hacer frente a las adversidades y ejerza sus responsabilidades. De nuevo, no es una cuestión legal o jurídica, sino política. Sin embargo, ni el Ayuntamiento, ni la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), ni el gobierno central se hacen cargo del monolito debido a la ausencia de consenso y voluntad.
Sea como fuere, el monumento a la batalla del Ebro continua en pie, además, catalogado desde 2003 como Bé Integrant del Patrimoni Cultural Català (BIPCC) como parte de una iniciativa de la coalición política entre ICV y PSC. El exalcalde socialista, Joan Sabaté, decidió declararlo como tal e incluirlo en el conocido como Pla d’Ordenació Urbana Municipal (POUM). Según el Ayuntamiento de Tortosa, “amb aquest grau de protecció és aplicable el punt 2 de l’article 15 de la Llei de Memòria Històrica, segons el qual no seran retirats els símbols franquistes quan les mencions siguin d’estricte record privat, sense exaltació dels enfrontats, o quan concorrin raons artístiques, arquitectòniques o artístico-religioses protegides per la llei”47. Dicho argumento es utilizado por los partidos políticos que son reacios a la retirada del monolito por su presunta protección. Sin embargo, aquellos que reclaman su derribo afirman que la catalogación del monumento no implica su protección, pues parece que éste no forme parte del colectivo de Béns Culturals d’Interès Nacionals (BCIN) ni tampoco de los Béns Culturals d’Interès Locals (BCIL). Ante esta situación, Gustau Moreno pone de manifiesto que:
“El monument no apareix als registres de BCIN ni de BCIL del Departament de Cultura de la Generalitat. En concret, el monòlit inaugurat per Franco fa 50 anys només es va incloure en el Catàleg d’Edificis i Conjunts Urbans i Rurals de Caràcter Històric, Artístic i Ambiental de la Ciutat i el Municipi de Tortosa, elaborat el 2005 en el marc de la redacció del POUM. En aquest catàleg tampoc hi apareix com a BCIN ni com a BCIL, sinó com a Bé Integrant del Patrimoni Cultural Català (BIPPC). En concret, el monument és a la fitxa 154 del catàleg. Amb aquesta categoria, BIPCC, es cataloguen edificis que gaudeixen d’uns valors històric-artístics notables. Però no estan definits com a BCIN o BCIL, que són els que sí que tenen protecció”48.
Así, la razón más obvia por la que el monumento aún sigue en pie es la falta de voluntad política de algunos partidos políticos que, una vez en el poder, no han asumido sus responsabilidades para con las víctimas de la batalla del Ebro. Por tanto, para poder llevar a cabo su retirada, afirma Moreno, lo que se necesita es una simple aprobación y muestra de apoyo del mismo Ayuntamiento48.
Las dos caras del monolito
Fue en este contexto de intentos frustrados de retirada del monolito, a pesar de la puesta en vigor de la ley de 2007, en el que se formó una de las plataformas más conocidas por su lucha, la Comissió per la retirada dels símbols franquistes de Tortosa.
Creada en 2009, y cuyos miembros están vinculados al ámbito del activismo social y político, la cultura y la investigación, ha promovido la extirpación del monolito que preside el río Ebro en su paso por el municipio. Uno de los miembros de la Comissió de la Dignitat, Josep Cruanyes, ha mostrado su apoyo a la retirada de los símbolos franquistas de Tortosa, así como su desacuerdo con la consulta realizada en el mes de mayo de 2016: “Si hem condemnat el franquisme, el seus signes no poden estar als carrers, com no estan a Alemanya els signes nazis i feixistes […]I havent condemnat el franquisme, no té sentit la votació, perquè suposa contribuir a banalitzar el que va representar la dictadura i debilita el que han de ser els ferms fonaments democràtics de la societat”49. De igual modo, la portavoz de la Comissió, Ester Baiges, no está de acuerdo con la continuidad del monumento en un espacio público y democrático. Por ello, apuesta por la retirada inmediata del monumento conmemorativo.
En segundo lugar, el colectivo recientemente formado a partir de la celebración del referéndum, Tortosins pel Monument, ha puesto en marcha una campaña que apuesta por mantener el monumento. A través de las redes sociales (Facebook, Twitter), el presidente del PP de Tortosa y de la entidad, Jaume Solé, define el conjunto escultórico como una obra con valor artístico y arquitectónico indiscutible.
Sin duda, las discrepancias entre una y otra son más que evidentes. Por un lado, la Comissió per la retirada dels símbols franquistes de Tortosa manifiesta en cada uno de sus comunicados la inadmisibilidad del incumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. En el artículo 15.1, la mencionada ley hace referencia a la obligatoriedad de las instituciones y administraciones públicas, “en el ejercicio de sus competencias, tomarán medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”50. Por otro lado, Tortosins pel Monument se ampara en el artículo 15.2, pues en él se contempla que la retirada de símbolos y monumentos públicos no se efectuará “cuando las menciones sean de estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados, o cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la ley”16.
En el caso del monumento conmemorativo de la batalla del Ebro, la simbología franquista es sin lugar a dudas, innegable: el águila, el anagrama Víctor, las dos cruces y las dos leyendas incrustadas en la pilastra del antiguo puente de la Cinta son claros ejemplos. En efecto, los elementos más explícitos se han retirado, pero no basta solo con eso. El monumento en sí es un icono que fomenta la victoria del bando golpista, la exaltación del franquismo y de sus valores, todo ello, en un espacio público y democrático. Por todo ello, y sin necesidad de una consulta, el monolito debería retirarse con el fin de cumplir con la legislación vigente. Así lo expresa el investigador por la paz en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y miembro de la Junta del gobierno del Memorial Democràtic, Josep María Royo, en un artículo para El diario:
“El que cal és promoure la justícia, la veritat, i la lluita contra l’oblit […] Mos hem de treure aquesta xacra de sobre, i dir prou. Retirada i museïtzació. I no cal construir un museu amb una sala de les dimensions del monument de Lluis Maria Saumells, sinó que es pot museïtzar a l’aire lliure—tombat a terra—per a que tota la gent el pugui visitar i fer-se la foto, això sí, amb panells corresponents explicatius de la dictadura, de com i qui el va construir i del què ha representat per a Tortosa durant tant de temps […] Perquè volem construir el present mirant cap al futur, però amb retrovisor, per poder aprendre del passat”51.
Sin embargo, Tortosins pel Monument insiste en la obligación del Ayuntamiento de Tortosa, que no es ni el propietario ni el responsable del monumento, en proteger el monolito de la batalla del Ebro, pues según dicha plataforma está blindado por el artículo 15.2 de la Ley de Memoria Histórica. Además, tras los resultados de la consulta realizada en el mes de mayo de 2016 en el municipio, Solé ha afirmado en una entrevista de Gustau Moreno en Primera Columna que el monumento necesita un mantenimiento, así como la reinterpretación que le corresponde al monolito de “una importancia capital per la ciutat i Catalunya”52. Pero, según Solé, ésta no podrá llevarse a cabo si el propietario del monumento no brinda al ayuntamiento la titularidad de la escultura para poder actuar. De todos modos, la inacción por parte del consistorio se perpetua, y ni es “un problema de escasez de recursos económicos ni de titularidad de la construcción, sino que no hay voluntad política”53. Aún hoy en día, la reinterpretación del monumento todavía no se ha llevado a cabo, lo que es de por sí muy significativo. A diferencia de otros países que han sido víctimas del nazismo, el comunismo y el fascismo, en España destaca el contraste continuo entre “la intensidad de las políticas de memoria franquistas con la insuficiencia, la exigüidad de la (des)memoria de la democracia”54. Lo que es de por sí significativo y peculiar en nuestro país es que, aún con el soporte de una institución como el Memorial Democràtic, cuyo Censo de simbología franquista incorpora el monumento de Tortosa en su registro, la Comisión, al igual que determinados partidos políticos y otros movimientos reivindicativos, todavía luchan sin resultados por lo que ellos consideran una memoria democrática de calidad.
Una consulta
El monumento, como afirmó el propio gobernador civil de Tarragona, Rafael Fernández, se levantó con el fin de rendir homenaje “a Vos [a Franco], a vuestra obra, a sus raíces y a su proyección actual y futura”55. De hecho, en un informe cuya autoría pertenece a la Diputación Provincial de Tarragona en fecha del XXV aniversario de la paz en España, refuerza la idea de que el monolito es un recuerdo de la victoria franquista en la batalla del Ebro de 1938, “la gran epopeya que configuró el impulso final de la Victoria”56.
Con el paso de los años, el monumento de Tortosa se ha convertido en una cuestión muy politizada. En el anterior apartado, hacía alusión a los fallidos intentos por parte de algunos partidos políticos, como CiU y ERC. Sin embargo, el más reciente y singular de todos ellos ha sido la consulta realizada en el mes de mayo de 2016 en Tortosa sobre el destino del monolito. Duch apunta a que, a pesar de la retirada de los principales elementos iconográficos, “hores d’ara, enmig d’un debat sobre si es retira o es manté, no s’ha procedit cap esforç explicatiu de museïtzació que indiqui a les generacions futures el seu significat últim: la victòria militar franquista”40. Tras varios años de desconcierto, el anterior alcalde del municipio y miembro de CiU, Ferran Bel, celebró un referéndum el 27 de mayo de 2016, previamente pactado con el candidato de ERC, Josep Felip Monclús, después de formalizar un acuerdo de gobernanza estable en junio de 201557. Así pues, todos aquellos ciudadanos empadronados en Tortosa a fecha del 31 de diciembre de 2015 que fuesen mayores de 16 años podían participar, asistiendo alrededor de 8.000 personas de las 28.000 empadronadas para dichas fechas58.
El objetivo de dicha consulta era decidir cuál sería el destino del monolito según los resultados de las votaciones. Así, el Ayuntamiento de Tortosa puso en marcha la mencionada consulta ciudadana: “Vist el Decret d’aquesta Alcaldia núm. 938/2016, de 25 d’abril, pel qual s’aprova la promoció d’una consulta popular no referendària d’iniciativa institucional d’àmbit local per a sotmetre als veïns i veïnes de Tortosa l’orientació de l’acció municipal envers el futur del monument a la batalla de l’Ebre […] que tindrà lloc el dissabte dia 28 de maig de 2016 de 9 a 20 hores de manera interrompuda”59.
Sin embargo, algunos partidos políticos, como Candidatura d’Unitat Popular (CUP) y Partit Popular Català (PPC), han mostrado su desacuerdo con la celebración del referéndum. Por un lado, la CUP contempla que el hecho de mantener el monumento contradice la Ley de Memoria Histórica de 2007 y, además, cree que este debe retirarse sin la necesidad de una consulta previa: “La CUP, subraya en su comunicado, considera ilegítima la consulta ya que el fascismo y sus símbolos no se consultan”60. De igual modo, los sindicatos Candidatura Autònoma de Treballadors de l’Administració (CATAC), Comisiones Obreras (CCOO), Unión General de Trabajadores (UGT), Unió Sindical Obrera de Catalunya (USOC) y USTEC61, así como Òmnium Cultural se han posicionado a favor de la retirada del monumento y su posterior museización. En el caso del Síndic de Greuges, su retirada no pasa por una previa consulta popular, puesto que su todavía presencia en el espacio público incumple con la Ley de Memoria Histórica. Por otro lado, el PP considera que el referéndum es innecesario, ya que aboga por la permanencia del monumento. Mas, debido al soporte de CiU, ERC, PSC y Movem Tortosa, “19 dels 21 regidors de l’Ajuntament”62, la consulta, finalmente, se llevó a cabo.
En vista de ello, el referéndum se celebró el 28 de mayo de 2016. Los ciudadanos debían escoger entre dos opciones. La primera, “retirar-lo i museïtzar-lo per promoure la memòria històrica i la pau”. Así, una de las alternativas a elegir estaba orientada a excluir el monolito del espacio público y, posteriormente, ubicarlo en un museo para el cumplimiento de la memoria histórica. En cambio, la segunda opción, “mantenir-lo, reinterpretar-lo i contextualitzar-lo per promoure la memòria històrica i la pau”, optaba por el mantenimiento del monumento, además de una reinterpretación del conjunto escultórico.
Una vez realizada la consulta, los resultados sobre el futuro del monumento franquista fueron: “Un 29,73% de la població tortosina ha participat en la consulta, i el 68% ha votat que el monument segueixi on és”62. Consiguientemente, Ferran Bel, quien también se mostró a favor de mantener y reinterpretar el monumento63, acató los resultados obtenidos tras el referéndum. Por ello, debido a una amplia mayoría a favor de su conservación, se comprometió a impulsar “una reinterpretación o restauración del entorno para que quede claro que el sentido del monumento no es reivindicar la victoria franquista de la contienda, sino para promover la memoria histórica y la paz”64.
No obstante, los miembros de la CUP, una vez conocidos los resultados de las votaciones, han decidido emprender medidas judiciales en contra del Ayuntamiento de Tortosa por no retirar el monumento franquista. Así lo relata Gemma Liñán en un artículo para El Nacional:
“El juzgado contencioso administrativo de Tarragona ha admitido a trámite la demanda contra el Ayuntamiento de Tortosa por incumplimiento de la Ley de memoria histórica, presentada por el abogado de Madrid especializado en Derechos Humanos y Memoria Histórica Eduardo Ranz. Ahora, el consistorio tiene un margen de 20 días para aportar el expediente administrativo. Según los documentos que se aporten, el juez decidirá si se celebra juicio o dicta sentencia, que podría significar ordenar la retirada del monumento franquista del río Ebro”65.
Al parecer, la sentencia del juez ha dado la razón parcialmente a Eduardo Ranz, abogado especializado en procesos legales de memoria histórica. Por una parte, el magistrado afirma que el Ayuntamiento de Tortosa ha incumplido una de sus obligaciones, como la elaboración de un catálogo de vestigios franquistas. Por otra parte, dictaminó que no es el ayuntamiento quien debe retirar el monumento, pues no es propiedad suya. Finalmente, el juez deslegitimó el referéndum realizado el 27 de mayo de 2016, ya que el consistorio no tiene potestad para actuar66. Así pues, la situación respecto a cuál será el destino del obelisco aún está por ver.
Es evidente el muro de contención político pues, incluso con una ley que, desde su entrada en vigor, obliga a las administraciones públicas a “tomar las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra civil y de la represión de la Dictadura”50, parece no ser suficiente.
Algunas reflexiones sobre el monumento y su retirada en verano de 2021
La retirada de la simbología franquista dispersa por todo el país, algunos ayuntamientos decidieron retirar de sus calles algunos monumentos y los nombres cuyas calles albergaran huellas del franquismo. Sin embargo, el alcance de estos acuerdos no fue modélico, lo que ha incitado las disputas entre los que señalan la responsabilidad del Estado en tanto que es su deber fomentar políticas públicas de memoria y los que, por el contrario, creen que para poder cerrar un conflicto es necesario no enfrentar los fantasmas del pasado.
La Ley de Memoria Histórica sí que hace referencia en uno de sus artículos a un asunto que, a lo largo de los últimos años, ha dado lugar a varias disputas. Una de las más afamadas ha sido, y continúa siéndolo, la del futuro del monumento a la batalla del Ebro en Tortosa. Tras su victoria en la Guerra Civil, el régimen franquista instauró oficialmente una serie de valores que respondían al espíritu tradicional y nacional de la Nueva España. Entre ellos, y sin necesidad de extendernos por todo el conglomerado franquista que existe, el más afianzado fue “el recuerdo de los perecidos como una necesaria fuente de legitimación para construir su propia teodicea con la que dar sentido a tanta muerte, y con la que consolidar su victoria fundacional como el gran mito autorrecurrente”67. A través de múltiples formas, se erigieron numerosos monumentos cuya función era la exaltación y la conmemoración del nuevo régimen. En el caso del monolito de Tortosa, construido entre 1963 y 1964, se levantó con motivo de la celebración de los XXV Años de Paz, cuya campaña estuvo destinada a legitimar la dictadura. El dominio franquista del espacio público se consiguió a partir de la construcción de un nuevo patrimonio, y al parecer esa potestad todavía está presente en el espacio público.
Como apuntábamos anteriormente, la consolidación de la democracia en el país no supuso la retirada pertinente de los símbolos franquistas del país, ya que no se llevaron a cabo políticas de reparación destinadas a su eliminación. Es cierto que algunos consistorios decidieron tomar medidas y eliminaron del espacio público aquellos vestigios poseedores de huellas claramente franquistas. Por ejemplo, en Barcelona, “sólo después de las primeras elecciones municipales el Ayuntamiento empieza lentamente y dada la demanda de un importante sector de la opinión pública, a promover la eliminación de símbolos y monumentos franquistas”68. Pero, en el caso del obelisco dedicado a la conmemoración de la victoria en la batalla del Ebro, no fue así. Desde la transición, ningún alcalde del Ayuntamiento de Tortosa ha considerado oportuno retirarlo, y por ello ha continuado intacto hasta nuestros días. Además, como hemos podido observar, se le ha tratado de proteger con su inclusión en el catálogo de Béns Integrants del Patrimoni Cultural Català (BIPCC).
La ausencia de voluntad política del gobierno local responsable parece un punto clave en este entramado. El mismo alcalde de Tortosa en 2016, Ferran Bel, se posicionó desde un principio a favor de mantener el monumento en el lugar en el que se encuentra. Al igual que Bel, partidos políticos como el PP y PxC también han apoyado la pervivencia del monolito. Por otro lado, cuarenta años después de haber llegado a su fin, la dictadura continua presente en forma de placas, escudos, monumentos y otras menciones conmemorativas, aún con una ley que obliga a los ayuntamientos de todo el país a excluirlos de los espacios públicos. Uno de los ejemplos más claros en Cataluña es el del monumento de Tortosa, cuyo futuro ha sido sometido al voto de la ciudadanía, y además ha puesto en evidencia la existencia de controversias que hay en torno a la no predisposición de condena del franquismo. Nuevamente, el consistorio decide evadir sus responsabilidades para con las marcas del franquismo. De hecho, no se ha llevado labor alguna que responda a las cuestiones de reinterpretación y contextualización a las que se hizo referencia en el referéndum realizado en 2016. Como señalaba Sílvia Berbís en El Periódico, “Bel, que ha rechazado hacer nuevas declaraciones para evitar que reviva un tema espinoso, se limitó a afirmar hace unas semanas que trabajan de forma discreta y advirtió que el cumplimiento del resultado de la consulta no será inmediato. Se marcó de plazo el de su legislatura y tiene dos años y medio por delante”69.
Lo que de seguro nos ha quedado claro es que todo ello proviene de un evidente conflicto de memorias y, sobre todo, en la transmisión de relatos opuestos. En ese caso, Vinyes especula sobre las posibilidades de afrontar esta persistente contrariedad:
“La primera, la habitual, consiste en promover esas ideologías de la reconciliación (con sus retóricas del consenso) cuya esencia y objetivo, como hemos comentado, consisten en decretar la inexistencia de conflictos entre memorias. Pero esa opción ha generado justamente lo que pretende evitar, esto es, tensión, enfado, beligerancias diversas, atomización de las reivindicaciones a injusticias heterogéneas que a menudo han sido generadas por el sistema social, no por la dictadura. La segunda posibilidad, por el contrario, consiste en asumir la existencia de conflictos entre memorias y sus respectivos relatos, y crear una política pública que promueva un modelo instrumental para implementar espacios públicos compartidos que ayuden al ciudadano a realizar trabajos de elaboración intelectual y emocional, y que puedan expresar, también en lo simbólico, la existencia del conflicto. En definitiva, reconocer, mediar y distinguir”70.
Al final, el Estado es quien tiene la obligación de promover una memoria democrática con tal de contribuir al conocimiento histórico de lo que ha ocurrido, continuamente reservado para el ámbito académico. Sin embargo, han pasado, aproximadamente, cinco años desde que se realizó la consulta sobre la retirada o perdurabilidad del monumento en medio del río Ebro. La polémica, como a lo largo de este estudio hemos mencionado, ha acompañado al monumento de la batalla del Ebro desde el momento de su construcción. A pesar de los resultados de la consulta realizada en 2016, finalmente, el monumento deberá retirarse durante los meses de verano de 2021. La decisión fue comunicada cuando el pasado 20 de noviembre de 2020, el Departament de Justícia de la Generalitat de Cataluña71 anunció al Ayuntamiento de Tortosa que retirará de oficio el monumento en verano de 2021, es decir, este mismo año, con un coste alrededor de los 200.000 euros72. Para ello, se utilizará una grúa de 300 toneladas que cargue con el peso de todos los elementos que conforman la estructura del monolito. Será, entonces, parte por parte como se irá desmontando los diferentes fragmentos con la ayuda de distintos operarios.
Así pues, 45 años después de la muerte del dictador, el monumento dejaría de formar parte del espacio público. Por otro lado, el pedestal, al mismo tiempo pila del antiguo puente de la Cinta que actuaba como base del monolito, se mantendrá, aunque sin la inscripción grabada en la que podemos observar la alusión “A los combatientes que hallaron gloria en la Batalla del Ebro”, con el fin de utilizarla como una pasarela de peatones. De hecho, la actual alcaldesa de Tortosa desde 2018, Meritxell Roigé i Pedrola, ha insistido en que “la Generalitat tiene que asumir también la construcción de la pasarela para evitar que la pilastra se quede en medio del río sin ningún uso”73, conectando el barrio de las Ferrerías con el centro histórico de la ciudad, y así integrarla urbanísticamente. Sin embargo, el conflicto de memorias parece persistir cuando representantes del Col·lectiu per la Reinterpretació del Monument a la Batalla de l’Ebre de Tortosa (Corembe) tratan de recurrir la licencia de obras para retirarlo a través de un recurso administrativo al juzgado de Barcelona, junto con la recogida de al menos 400 firmas por la red social Facebook y por medio de la asociación Tortosins pel Monument, que se impugne la retirada del monumento. Según los miembros de dicho colectivo, la Generalitat no tiene competencias para decidir sobre el futuro del monumento, pues no es el titular74, aunque cuente con el beneplácito del gobierno español y la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). Como respuesta al recurso contra la licencia de obras otorgada el pasado 24 de febrero por el Ayuntamiento de Tortosa, “neguen que s’atorgués sense quòrum suficient o sense justificació el caràcter extraordinari de la junta, i defensen que la llicència s’ha aprovat correctament”74. Asimismo, el interés y atractivo turístico, la consulta realizada en 2016 y los resultados a favor de su preservación y reinterpretación, así como el valor histórico y patrimonial que el monolito posee, se convierten en argumentos a favor de su mantenimiento. Por mucho que los elementos más alusivos al régimen hayan sido retirados, su esencia no ha dejado de ser la misma con la que se construyó: glorificar a los caídos durante la batalla del Ebro acontecida entre julio y noviembre de 1938, dejar huella de la victoria del bando golpista y, además de legitimar, consolidar la posterior imposición de la dictadura franquista y glorificar la figura del dictador.
Conclusiones
El monolito de Tortosa, construido entre 1963 y 1964, se levantó con motivo de la celebración de los XXV Años de Paz, cuya campaña estuvo destinada a legitimar la dictadura. Han sido numerosos los episodios por los cuales el monumento ha sido protagonista en diferentes portadas de la prensa de este país. De hecho, las últimas novedades respecto a la situación en la que se encuentra el monolito están relacionadas con la interrumpida retirada de este. Fue el pasado mes de julio de 2021 cuando la titular del Juzgado Contencioso 2 de Tarragona decidió suspender, cautelarmente, las obras75. Así, el recurso del colectivo Corembe, contrario a la retirada del monumento, se resuelve de forma favorable al suspenderse, indefinidamente, las obras para retirarlo. Mientras tanto, la Generalitat anunció que recurriría tal decisión ante el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), así como “desestimar la medida cautelar que reclamó el Corembe para cumplir con la Ley de memoria histórica”16 con el objetivo de no retrasar más tiempo la retirada del monolito. No obstante, la jueza también ha añadido al auto judicial que la estructura metálica del monumento afirma que, al realizar el desmantelamiento, debe hacerse por partes, esto es, cortarla en diferentes fragmentos, lo que al mismo tiempo supone, según la jueza del Juzgado, “daños que haría imposible o muy difícil su restitución al estado anterior”16, es decir, supondría un coste elevadísimo por la complejidad de las obras.
El futuro del monolito está, todavía, por determinar. La respuesta de ciertos grupos, más concretamente la Comissió per la retirada dels símbols franquistes, es bastante clara: consideran esencial la retirada del monumento que evoca al fascismo y su victoria en la guerra, no a la paz ni a la concordia, para cumplir con la Ley de Memoria Histórica de 2007. Las últimas novedades al respecto recaen sobre la decisión que el departamento de Territorio de Govern ha comunicado: se ha modificado el Plan de Ordenación Urbanística Municipal (POUM) de Tortosa76, en Tarragona, con el fin de utilizar el pilar del monolito como pasarela o puente sobre el río Ebro.
Planteamiento de estudio y actuación sobre el monumento franquista
El director del Observatorio Europeo de Memorias de la Universidad de Barcelona, el historiador Jordi Guixé, presenta el planteamiento de estudio y actuación sobre el monumento franquista “a los combatientes que hallaron gloria en la Batalla del Ebro”, la necesidad de análisis del debate público, la transmisión de la memoria y las propuestas de intervención.
El punto de vista del gobierno municipal
La concejala de memoria histórica del Ayuntamiento de Tortosa, Dolors Bel, expone el punto de vista del gobierno municipal acerca de la decisión de la Generalitat de Cataluña de retirar el monumento franquista de la Batalla del Ebro y dejar la pilastra vacía.
Pont de la memoria: ideas clave para una intervención sobre el monumento
La profesora de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, Nuria Ricart Ulldemolims, explica las ideas clave detrás del proyecto de intervención sobre el monumento franquista de Tortosa El puente de la memoria: desarticulación de la memoria franquista, transmisión de conocimiento histórico y creación de espacio público.
¿Qué se debería hacer con el monumento de Tortosa? El proyecto Pont de la memòria dirigido por Núria Ricart y Jordi Guixé expone una propuesta de intervención que desarticula la memoria franquista, explica el significado de la batalla del Ebro desde una óptica democrática y crea un espacio de socialización ciudadana.