Mausoleo de Mussolini i
ex-
Casa del fascio i dell’ospitalità

«El santuario itálico»1.
Breve historia de las peregrinaciones a la cripta de Mussolini

La historiadora Elena Bignami presenta los resultados de la investigación acerca de la evolución del conflicto de memorias alrededor de la cripta-mausoleo del dictador fascista Benito Mussolini en la localidad de Predappio.

Introducción

La cripta de Mussolini, que está en el cementerio de San Cassiano de Predappio, es, bien mirado, el nudo al que llegan y del que emanan las cuestiones esenciales sobre las que se apoya la memoria del fascismo en Italia y en las que se enquista el debate historiográfico. La cripta es sin duda un elemento que convierte Predappio en una «ciudad fundacional» excepcional en comparación con el resto; el peso místico y simbólico de la liturgia fascista durante veinte años y la tradición de los valores del neofascismo en la época republicana se trasladan a la cripta. Además, la economía local se sostiene alrededor de la cripta y el intento de dar otro significado a la antigua Casa del Fascio y de la Hospitalidad de Predappio fracasa.

En este ensayo se intenta analizar los estudios que hasta el presente han abordado este tema y reflexionar sobre la cuestión con el objetivo de ayudar a desviar la reflexión sobre la cripta de Mussolini de un tema de memoria a un tema de investigación historiográfica.

 

1919-1939. El éxito de la práctica de las peregrinaciones a los orígenes

 

Mussolini en Predappio, Giornale Luce A0305 del 04/1929 | Archivio Storico Luce 

 

Las primeras peregrinaciones a los orígenes de Benito Mussolini se remontan a 1919, año de fundación de los fascios italianos de combate y en el que Mussolini habla por primera vez de «movimiento fascista» y «fascismo»2. Se trata, como ya escriben Serenelli y Baioni3, de «visitas esporádicas», que concluían discretamente, a los lugares simbólicos de la pequeña aldea de Dovía: la vivienda del herrero internacionalista Alessandro Mussolini y la maestra Rosa Maltoni; la población de Varano di Costa, donde el 29 de julio de 1883 nació Benito Mussolini; el palacio Varano, que a partir de 1884 se convirtió en residencia de la familia y, al mismo tiempo, sede del taller paterno (planta baja) y el aula materna (planta superior), y, por último, el cementerio de San Cassiano de Pennino, en el que desde 1905 descansaban los restos mortales de Rosa Maltoni, que murió de meningitis con solo 46 años.4

Durante los años 20 y 30, la política urbanística iniciada por el fascismo, precisamente a partir de la redefinición del territorio de Predappio como la cuna del Duce, crea las condiciones para la multiplicación de estas peregrinaciones, que se convierten en un elemento esencial del éxito del mito de Mussolini, determinante para la obtención del consenso y, por tanto, para la política de masas del partido único y del estado fascista.5

La primera visita de Mussolini en calidad de presidente del Consejo a Dovía fue el 15 de abril de 1923. La Stampa siguió al detalle cada movimiento y escribió sobre ello a diario. Por eso sabemos que aquel día, después de llegar en tren a Forlí y «ser recibido con muestras de entusiasmo», Mussolini visitó, «seguido por una enorme multitud»,6 el cementerio monumental de la ciudad para presentar sus respetos ante la tumba de su padre, Alessandro, que falleció en Forlí el 19 de noviembre de 1910. Entonces, seguido por un nutrido séquito, cogió el camino de Dovía y encontró «a lo largo de todo el recorrido […] banderas, guirnaldas y pancartas elogiosas», cada vez más numerosas cuanto más se acercaba al núcleo habitado; en un cartel se leía «la sencilla frase afectuosa «¡Viva nuestro Benito!»».7 Cuando llegó a Dovía, visitó la tumba de su madre, cerca del cementerio de San Cassiano de Pennino, y luego la parroquia y el ayuntamiento, donde recibió como regalo la casa en la que había nacido —«adquirida por 11 000 liras por un Consejo creado en Predappio»—8 y que desde aquel momento es conocida como la «casa natal».9

Imágenes de la “casa natal” de Mussolini en el año 2015 | EUROM

El proceso de construcción del lugar de culto, que según Proli fue provocado precisamente por la visita de 1923,10 se llevó a cabo concretamente con el proyecto de redefinición de la geografía de los territorios de Dovía. Aprovechando el riesgo hidrogeológico del territorio, Dovía se incluyó en la lista de territorios que reforzar y, por ello, recibió financiación para el inicio de unos trabajos que contemplaban la eliminación del viejo pueblo para fundar uno nuevo, Predappio Nuova (desde marzo de 1936 Predappio a secas), al que se incorporó también gran parte de los territorios de Fiumana (desaparecida el 1 de noviembre de 1925)11. El 30 de agosto de 1925 se celebró la ceremonia de fundación del nuevo Predappio, que los periódicos12 siguieron con atención y el instituto LUCE grabó13. En ausencia de Benito Mussolini, participaron su hermano Arnaldo, su hermana Edvige y su mujer Rachele Guidi en representación de la familia y, en nombre de las autoridades, el secretario nacional del Partido Nacional Fascista, Roberto Farinacci, quien, con su discurso a los lugareños, expuso en términos muy claros el carácter y el significado de aquella ceremonia. Tras alentar a los habitantes de Predappio a reivindicar los valores propios, es decir, los orígenes rurales humildes, la religión y la familia —«gratitud eterna no solo al Duce, sino también a su madre, que enseñó las primeras lecciones a muchos de vosotros, y a su padre, que supo educarlo en el trabajo, calmarle el ánimo en las primeras luchas, preludio de las grandes batallas victoriosas de la política»—, Farinacci consagró al Duce como una especie de hombre héroe que, contra el propio tiempo y la propia gente, había sabido soportar «las mayores miserias y los mayores sacrificios […] por el bien de la patria» y, en consecuencia, pidió a los ciudadanos «que renovaran su juramento de fidelidad y devoción […] en su sentido más puro y sincero»14, es decir, guardando disciplina y obediencia al líder. Un llamamiento a la fidelidad y a la obediencia, el de Farinacci, que utiliza el lenguaje litúrgico para penetrar en el interior de la población y que basa su eficacia en un dato concreto e inequívoco: como ya señala Serenelli, las ventajas económicas que la construcción del pueblo nuevo traería y que para empezar aliviarían la tradicional plaga del desempleo15.

Después de la ceremonia de inauguración, el pueblo de Predappio siguió su desarrollo urbanístico hasta principios de los años 40, bajo la atenta supervisión de Mussolini16 y gracias al trabajo de algunos de los arquitectos y urbanistas más destacados de la época17. Además de edificios con funciones sociales (oficina de correos, un cuartel para los carabinieri, viviendas populares, una escuela, dos iglesias, un centro sanitario, un lugar para los espectáculos, la sede de las Juventudes del Littorio de Cesare Valle), también surgió una serie de actividades comerciales (sedes para actividades crediticias, tiendas, un matadero, el mercado del anfiteatro y el del Foro Boario), que, junto con la fábrica aeronáutica Caproni —que, aunque no despegó porque estalló la guerra, creó más de un millar de puestos de trabajo y atrajo a trabajadores de otras poblaciones, que se vieron obligados a alquilar habitaciones a los locales—,18 definieron una importante revolución económica para el pueblo y sus habitantes. Paralelamente a esta revolución económica y coincidiendo en algunos momentos, la valorización de los «orígenes del Duce» avanzó. En esos años a la casa natal y al ayuntamiento se añadieron la Rocca delle Caminate —el castillo en el municipio de Meldola, a pocos quilómetros de Predappio, que un consejo de ciudadanos de Rávena y Forlí donó a Mussolini en la segunda mitad de los años 2019 y en cuya torre hicieron construir un faro (el faro de la Victoria) que con su haz tricolor, encendido por primera vez en otoño de 1928, debía avisar de la presencia del Duce— y, por último, el pequeño cementerio de San Cassiano de Pennino —en el que entre 1929 y 1933 se hicieron algunos trabajos de recalificación, empezando por la construcción, en el centro del camposanto, de una capilla monumental dedicada a la familia Mussolini en la que descansarían los restos mortales de sus padres (la madre, Rosa Maltoni, ya enterrada en otra tumba del mismo cementerio, y el padre, Alessandro, cuyos restos se trasladaron del cementerio monumental de Forlí en la primavera de 1932)20.

Fue así como Predappio, gracias a Mussolini y al ascenso del fascismo, de ser el «centro pequeño y aislado de la colina forlinesa que lidia con problemas históricos de atraso económico» según Baioni, pasó a ser «de repente un lugar histórico y, al mismo tiempo, en lugar de memoria»21, pero también un modelo de desarrollo urbanístico y laboratorio de crecimiento económico para las pequeñas comunidades locales que formaban la Italia de la época; más adelante, la combinación de estos elementos alimentaba el orgullo y el bienestar de los habitantes de Predappio y contribuyó al arraigo profundo del culto al Duce y el apoyo al fascismo.

Un clima socioeconómico ideal para acoger las procesiones constantes que desde 1926, alimentadas por el culto a los orígenes en el que se basa la literatura conmemorativa22, arrastraron cada vez a más curiosos y estudiosos23 a los lugares sagrados que habían visto nacer al Duce. Ciudadanos comunes en «autocar», trabajadores de la tierra, estudiantes y docentes24, miembros de clubs de trabajadores25, camisas negras, balillas, miembros de asambleas26, miembros de las brigadas fascistas y fascistas comunes, autoridades estatales e internacionales27, acompañados por periodistas y fotógrafos, iban a Predappio a visitar los orígenes del Duce, cuyos pasos, salpicados con algunas variables28, incluían una cita que representaba el clímax conmemorativo de la excursión, en la que política y liturgia se fusionaban simbólicamente y que no era otra cosa que la visita a la cripta de Mussolini: «formando filas y siguiendo pancartas y banderines, los visitantes llegaban a las tumbas de Alessandro Mussolini y Rosa Maltoni (y desde 1941 de su hijo Bruno […]), donde se hacía el ritual de depositar coronas conmemorativas, flores u objetos, acompañado de la exhibición de estandartes, toques de trompeta y los inevitables saludos romanos»29. Así pues, Predappio se convirtió en el punto de referencia para la creación de un «turismo ideológico»30 que los peregrinos podían guardar en la memoria comprando los primeros recuerdos, que eran guías ilustradas y, sobre todo, postales31.

1945-1975. El cuerpo del Duce de Milán a Predappio

 

Entierro de Mussolini en la cúpula familiar del cementerio de San Cassiano, 1 settembre 1957 | Wikimedia commons, dominio público

Después de la guerra, la furia iconoclasta contra la colonización fascista de los espacios públicos, que se concentró en las jornadas del 25 de julio de 1943 (caída del fascismo y destitución de Mussolini) y el 25 de abril de 1945 (liberación de Italia de la ocupación nazifascista) y culminó simbólicamente con la exhibición de los cadáveres del Duce, de Petacci y de los líderes en la plaza de Loreto de Milán (27 y 28 de abril de 1945), representó la expresión de una «catarsis simbólica» que quería librarse del peso del consenso32; pero este proceso tuvo una vida brevísima. Durante la etapa republicana, se procedió rápidamente a una resemantización de los espacios que tuvo lugar en la estructura onomástica, pero reveló muchas dificultades para limpiar la fisonomía urbanística de la ciudad, algo impensable para un país arrasado por la guerra33. Además, tal como escribe Baioni, en la Italia de la Guerra Fría, tanto en el gobierno como en la opinión pública, el sentimiento anticomunista sustituyó al antifascista, lo que ralentizó drásticamente el intercambio crítico con el periodo fascista34.

Las dificultades y contradicciones con las que la Italia de la posguerra afrontó la cuestión del legado del fascismo, así como del arraigo del neofascismo en Italia, se reflejan claramente en las vicisitudes del cuerpo de Mussolini desde su exhibición en la plaza de Loreto (1945) hasta su traslado a la cripta de Predappio (1957)35.

Tras su exhibición, el 30 de abril de 1945 se hizo la autopsia al cuerpo de Mussolini, que luego se enterró en una fosa común del cementerio milanés de Musocco. Durante la noche del 22 al 23 de abril de 1946, mientras Italia se preparaba para las primeras elecciones políticas de la posguerra y el referéndum institucional para elegir entre monarquía y república, el cuerpo fue robado por tres jóvenes neofascistas: Mauro Rana, Antonio Parozzi y Domenico Leccisi. El 31 de julio de 1946 se detuvo a los ladrones y el 12 de agosto de 1946 se encontró el cuerpo, «encerrado en un baúl y en dos bolsas, dentro de un armario empotrado de una celda de la planta baja de la cartuja [de Pavía]»; luego el cuerpo estuvo oculto durante once años «por razones de Estado» en una capilla del convento de los capuchinos de Cerro Maggiore, cerca de Milán. Así, el gobierno italiano intentó evitar que la tumba del Duce se convirtiera en un lugar para la memoria, para idolatrarlo o ultrajarlo36.Los intentos de ocultar el apoyo o el desprecio al régimen y también la ubicación del cadáver empujaron a la opinión pública a fantasear sobre dónde podrían haberse escondido los restos, pero también, y en gran parte a manos de la propia familia, a construir recuerdos que pudieran limpiar la imagen del Duce y del fascismo, proponiendo relatos trivializadores y sentimentales (el mito del buen italiano de origen humilde), cuando no exculpatorios (por ejemplo, con respecto al colonialismo, las leyes raciales o la guerra)37. Entre finales de los años 40 y los 50 las memorias y los relatos inundan periódicos y revistas38. Entre muchos de ellos, el primer libro de memorias de Rachele Guidi, que fue publicado en 1948 por Mondadori39, es una auténtica apología póstuma del marido y merece atención también porque es el tema de un breve trabajo realizado para La settimana Incom40 titulado «Ad Ischia Rachele Mussolini detta le sue memorie»41 (En Isquia Rachele Mussolini dicta sus memorias) y que asombra no tanto por la forma como por el contenido: en 1948 en Italia el periodo fascista se definía como el «gran paréntesis».

Un clima exculpatorio y una imagen de la familia Mussolini más víctima que protagonista activa de los horrores del periodo fascista que acompañó también la recolocación en el marco republicano de los reductos del fascismo con la constitución de diciembre de 1946 del Movimiento Social Italiano (MSI). Los acontecimientos que precedieron a la restitución de los restos de Mussolini a la familia son ilustrativos del clima de dinámicas que había.

La batalla de Rachele Mussolini por la restitución del cuerpo de su marido empezó justo después del entierro en el cementerio de Musocco y se intensificó durante el periodo en Forio (Isquia), donde vivió en régimen de arresto domiciliario entre el mes de julio de 1945 y 1957. Allí se enteró por los periódicos del robo y la recuperación del cadáver y escribió cartas extensas para recobrar los restos de su marido. Escribió a Nenni; al comisario de Milán, Agnesina (que en sus memorias se definía como antiguo brazo derecho de Mussolini), y a De Gasperi y a Scelba con la ayuda del abogado Italo Formichella —que desde 1945 defendía los intereses de la familia y fue elegido en las filas del MSI durante la segunda legislatura—, que le respondió a través de un diputado del MSI. En Forio recibió la visita de Domenico Leccisi, que hizo trámites para la restitución del cerebro del Duce y que también fue elegido en la segunda legislatura; del padre Vittorio Facchinetti, ferviente admirador de Mussolini que siempre permaneció cercano a la familia e intentó interceder con De Gasperi, aunque sin suerte42, y también recibió un paquete con una carta adjunta de parte de Giulio Andreotti, por aquel entonces vicesecretario de la Presidencia del Consejo, que contenía algunas cartas «relativas a cuestiones exclusivamente familiares» que había encontrado al poner orden en el archivo de la presidencia y que consideraba que debían devolverse a la familia43. En Forio habría recibido, junto a Pietro Baccanelli, como veremos, la noticia de la recuperación del cuerpo.

Las condiciones políticas favorables a la restitución de los restos de Mussolini se dieron durante la primavera-verano de 1957. El 20 de mayo de 1957 empezó la breve etapa de gobierno de Zoli. Adone Zoli había nacido en Cesena, pero tenía un vínculo muy fuerte con Predappio, tierra de origen de su padre donde había pasado largos periodos de la infancia, había conocido a Benito Mussolini y había establecido relaciones cordiales con los Guidi, colonos de Villa Salta, propiedad de la familia. Una red de relaciones que, como veremos, se habría vuelto útil en las relaciones con la viuda. Después de licenciarse en Derecho, fue voluntario a la Primera Guerra Mundial y, después de la Segunda, se erigió en líder del Comité de Liberación Nacional (CLN) de Florencia. Durante la República inició su carrera política en las filas de Democracia Cristiana (DC) hasta que en 1957 alcanzó la Presidencia del Consejo de Ministros de la República. El ministro de Interior era Ferdinando Tambroni, que en 1956 ya había autorizado la inhumación de Claretta Petacci en el cementerio del Verano44. Zoli tuvo que afrontar una situación compleja: por una parte, en Democracia Cristiana había profundas divisiones internas entre quienes querían la integración en el área de gobierno del Partido Socialista y quienes, por lo contrario, presionaban de un modo más o menos explícito por una alianza con el sector cercano al MSI, además de una fórmula centrista débil que ya no podía contar con los números, escasísimos, de los partidos laicos menores. Todo ello lo empujó a buscar el apoyo del Movimiento Social Italiano para conseguir la mayoría parlamentaria. En este contexto se insiere la aceleración de los acontecimientos para la restitución del cuerpo de Mussolini, lo que refleja perfectamente la imagen de los gobiernos centristas de la época, más atentos a la amenaza anticomunista que a la deriva fascista y que, si se gestiona con discreción, respeta considerablemente la cultura política democristiana de pacificación nacional45.

En el verano de 1957 el senador Franz Turchi —que en 1952 había fundado el periódico Secolo d’Italia, que en 1963 se convirtió en órgano oficial del MSI— promovió desde su periódico una campaña para que los restos de Mussolini se devolvieran a la familia; dicha campaña recibió varias adhesiones y el reconocimiento de personalidades destacadas (como el cardenal Lercaro y Giulio Andreotti, entre otros). A finales de julio Pietro Baccanelli, primo de Zoli, fue a Forio en representación de este último para visitar a Rachele Guidi y Annamaria Mussolini y hablar de la devolución de los restos mortales del marido46.

El 29 de agosto de 1957 llevaron a Rachele Guidi en un Appia negro de la policía que conducían dos agentes de paisano a villa Carpeta y el 30 de agosto la acompañaron al cementerio de San Cassiano, junto con su colono Francesco Boscherini y su sobrina Romana Mosti, que sin embargo tenían órdenes de esperar fuera. Los restos de Mussolini llegaron a mediodía, dentro de una cajita de madera clara a bordo de un Parkard seguido de otro automóvil en el que viajaban Vincenzo Agnesina, responsable de la devolución, el profesor Cazzaniga y el profesor Cattabeni47. Llevaron la caja a la capilla del cementerio y la abrieron para el reconocimiento; una vez terminados los trámites burocráticos, el profesor Cattabeni entregó a la viuda el recipiente que contenía el cerebro de su marido, extraído durante la autopsia efectuada el 30 de abril de 1945 y depositado de nuevo en el interior de la caja poco antes de cerrarla. A lo largo del día continuaron pasando conocidos y curiosos48.

Al día siguiente —sábado, 31 de agosto de 1957— se celebraron dos misas en la capilla del cementerio con la presencia de la familia (además de Rachele Guidi, asistieron Edda Mussolini, con sus hijos Fabrizio y Marzio Ciano, y Romano Mussolini) y de algunas figuras del MSI (el diputado y secretario del MSI, Pino Romualdi, y el senador Franz Turchi)49. El ambiente era nostálgico: «Había algunos jóvenes con camisa negra, que tanto podía ser una indumentaria playera como el uniforme del régimen caído. Otros llevaban pañuelos negros con calaveras entre tibias cruzadas bordadas en color blanco y otros, la clásica «M» bordada en el pecho. Se veían algunos uniformes de los Arditi, suéteres negros cerrados al cuello, distintivos de paracaidistas y de la Decima MAS […]; a los pies [del sarcófago sobre el que se había colocado la caja con los restos mortales] […] se había colocado un gran retrato de Mussolini con el uniforme de «mariscal del Imperio», el rostro sonriente y el brazo extendido haciendo el saludo romano. Dos arditi sostenían, cada uno, un banderín negro y tricolor con inscripciones como esta: «Verdugo el que abandona»»50. Y las protestas se limitaron a «alguna frase violenta» dirigida a los periodistas a los que se consideraba molestos y poco respetuosos con el dolor de la familia, «pero sin consecuencias». No acudió la «multitud oceánica y abrumadora que alguno imaginaba», sino solo unas «quinientas personas» procedentes sobre todo, como se podía ver por las matrículas de los automóviles, «de Bolonia, Rávena, Forlí y Florencia, en un radio de cien quilómetros del remoto cementerio»51. El periodista Francesco Rosso de Nuova Stampa Sera, al terminar la observación de la jornada de visitas, hacía hincapié en un detalle interesante: «A la entrada del cementerio, un hombre había colocado, en un puesto, una silla sobre la que había dispuesto hileras de postales con la casa del Duce, la panorámica de Predappio y fotografías de Mussolini con toda la familia. Los simpatizantes del SMI se paraban a comprar y a escribir, por no decir documentar, su presencia»52; la comercialización de la imagen de Mussolini y de sus orígenes con las postales, ya muy extendida durante el Régimen con fines propagandísticos y también comerciales, demuestra el protagonismo de Mussolini en la cultura popular y es una introducción a la historia de las tiendas de recuerdos de Predappio, centro de un interés económico local que inflama y determina desde hace décadas el conflicto político53.

Al día siguiente —domingo, 1 de septiembre de 1957—, cuando se llevó a cabo la inhumación del cuerpo54, la afluencia aumentó, tal como se preveía, y en algunos periódicos se habló de 3200 visitantes que, «sin causar problemas»55, al entrar «en la cripta se quedaban inmóviles haciendo el saludo romano, estampaban su firma en la madera clara de la caja y salían» y, de nuevo, «a la entrada del cementerio dos vendedores de postales hacían negocio. «Cuatro postales cien liras», gritaban. Los nostálgicos y también los curiosos compraban la reproducción de la casa del Duce, la cama en la que vino al mundo o la Rocca delle Caminate y la enviaban para demostrar a sus amigos que habían estado allí»56. El domingo 8 de septiembre 3500 personas visitaron la cripta. El domingo 22 de septiembre fueron al pequeño cementerio unos 7000 peregrinos a bordo de decenas de autocares y automóviles y se registraron también los primeros enfrentamientos «entre ambos bandos [fascistas y antifascistas]», que «después de un intenso intercambio de palabras» «llegaron a las manos: hubo puñetazos y volaron sillas»57. El domingo 29 de septiembre las federaciones forlinesas del Partido Socialista y del Partido Comunista, reunidas ante el cementerio de San Cassiano, recibieron a los peregrinos nostálgicos lanzándoles piedras58. Entre el 31 de agosto y el 29 de septiembre de 1957 acudieron a la tumba del Duce al menos 25 000 visitantes, sin ninguna intervención de las autoridades locales, que se apresuraron a informar de que la ausencia de símbolos distintivos relevantes impedía la aplicación de la ley relativa a la apología del fascismo59.

La prensa siguió con atención los acontecimientos de aquellos días. El Corriere della sera y L’Unità abrieron una polémica con el gobierno60, mientras que el periódico neofascista Secolo d’Italia publicó una edición especial61 e Il Borghese les restaba importancia62; en Epoca de 1957 Enzo Biagi hablaba de «regresos melancólicos que tienen la tristeza típica de los funerales y la amargura que acompaña los balances fallidos»63, pero también comprendía el valor electoral de esos restos64 e Il Mondo de Pannunzio ponía de relieve la conexión entre el robo y el éxito político de Leccisi65. En paralelo, además, avanzaba la operación de limpieza de la imagen de la familia Mussolini, que ya se había iniciado inmediatamente después de la guerra, con una reedición de las memorias de Edvige Mussolini, primero en la revista Epoca y luego en libro, y de las de Rachele Mussolini, algunas ya editadas en libro y ahora publicadas de nuevo en la revista Oggi, mientras se preparaba un segundo volumen de memorias (1958)66.

Con el bloqueo de las autoridades y el favor de la prensa, el MSI, para buscar visibilidad y apoyo con vistas a las elecciones de 1958 y con el homenaje ante la tumba de su Duce, podía hacer su propia liturgia identitaria, basada en la relación mítica con el fascismo histórico67. El 30 de agosto de 1958 la peregrinación promovida por Il Secolo d’Italia contó con unos 4000 participantes68; el año siguiente, en ocasión del aniversario de la restitución del cuerpo, 2000 personas visitaron la tumba69. El flujo se redujo y se estabilizó progresivamente, mientras sobre el escritorio del ministro del Interior Tambroni empezaron a acumularse muchas cartas de protesta y avisos de las asociaciones de partisanos que defendían la memoria de la Resistencia.

En 1960, cuando Zoli fue enterrado en la tumba familiar a pocos metros de la cripta Mussolini, el MSI atravesaba una grave crisis y el antifascismo inició una etapa de legitimación. Se produjo el «cambio de época», mencionado por Luzzatto, que modificó «las relaciones de fuerza entre dos generaciones de italianos: la generación de quienes llegaron a la edad adulta durante el régimen, para los que el fascismo era un recuerdo, y la generación de sus hijos, que crecieron durante la posguerra y para los que el fascismo era historia»70. El 30 de junio, la plaza antifascista se sublevó contra el permiso concedido por Tambroni al MSI para celebrar su congreso en la ciudad medalla de oro de la Resistencia71; el 6 de julio en Roma y el 7 de julio en Reggio Emilia hubo disturbios y enfrentamientos que dejaron cinco muertos72. Una militancia que, sin embargo, no había logrado echar unas raíces culturales sólidas en el seno de la sociedad italiana. Enseguida —ya desde mediados de los años 70— la narración popular sobre Mussolini y el fascismo volvió a integrarse en la interpretación indulgente y se consolidó a partir de la segunda posguerra, mientras que la historiografía reciente sobre el periodo fascista abrió un debate acalorado que lanzaba sospechas de revisionismo entre algunos de sus protagonistas73.

Al mismo tiempo, ya vendida la Rocca delle Caminate74, en 1975 el Ayuntamiento de Predappio otorgó a Rachele Guidi la concesión perpetua de la cripta, para ella y para sus descendientes, con la facultad de utilizarla para servicios conmemorativos, así como permitir el libre acceso a los visitantes.

1983-2015. Conclusiones. Predappio hoy

 

Predappio, abril de 2015 | EUROM

En 1983 Predappio era un pueblo de «6300 habitantes, ninguna persona desempleada, aproximadamente el 60 % de la población trabajando en la artesanía y la pequeña industria, el 38 %, en la agricultura», gobernado por un alcalde comunista y un teniente de alcalde socialista, pero registraba un aumento del apoyo al MSI (en las últimas elecciones el partido «había superado el 10 %»)75. En este ambiente sociopolítico, el pueblecito de la Romagna afrontó la conmemoración del centenario del nacimiento de Mussolini. El periodista de La Stampa Remo Lugli, al preguntarse sobre el alcance que tendría ese día, escribió: «Ya se verá. Sí, algún visitante se sumará a los habituales, llegarán algunos autocares los días festivos, algún coche entre semana, habrá breves visitas a las dos o tres tiendas que venden las «estampitas» del Duce y también a la joyería Bombardi y Menghi para comprar las medallas del centenario en bronce, plata y oro»76. Efectivamente, hubo más afluencia de lo habitual, pero, aparte de una polémica con los papeles timbrados a propósito de una «oficina móvil de correos» que debería haber «recordado la efeméride con los matasellos del día 29 de julio»77, no se registraron disturbios ni enfrentamientos. Sin embargo, en el cambio generacional había algo que iba cambiando y enraizándose. En la iglesia atestada de «camisas negras y antiguos miembros de escuadrones, saludos romanos, banderas tricolores y estandartes, medallas y cinturones de la Decima MAS», los hijos Vittorio y Romano se dejaron fotografiar junto a Almirante, secretario del MSI, y Rauti, vicesecretario, mientas Edda Ciano, sentada en primera fila «acalorada y exhausta» firmaba autógrafos. Fuera, delante del cementerio, los líderes del partido eran llamados a tener en cuenta las manifestaciones más escandalosas de algunos nostálgicos de los que decidieron distanciarse tímidamente78. En los años 80 la liturgia creada durante la posguerra alrededor de la cripta Mussolini79, construida desde 1919 bajo el signo de manifestaciones pintorescas y animadas de los escuadrones, parecía fuera de lugar y extemporánea para la propia derecha neofascista.

Este cambio de ritmo encontró su materialización política en los sucesos del 90. En diciembre de 1993 Gianfranco Fini, que sustituyó a Almirante en la secretaría general del MSI, creó Alianza Nacional (AN), que, al abandonar la «relación mítica con el fascismo histórico», marcó una ruptura en la historia de la derecha italiana. En abril de 1994 Leccisi, del antiguo Partido Democrático Fascista —que se fusionó con el MSI— y en abierta polémica con la deriva del partido diseñada por Fini, fundó el grupo semiclandestino y desconocido de oposición nacional80 y en marzo de 1995 anunció públicamente que aquel año no iría a Predappio para «no […] ver a los sepulcros blanqueados que, tras haber traicionado a aquel Hombre, aún se atreven a presentarse ante su Tumba»81.

Se ha calculado que en los años 90 la oleada anual de visitantes a la cripta de Mussolini rodeaba las 100 000 personas82 y Mussolini, también gracias a la derogación de la orden prefectoral que prohibía la venta de recuerdos del fascismo, fue ganando posiciones como bien de consumo del que dependía la economía del pueblecito. Además de restaurantes y vinicultores, que aprovecharon la notoriedad del personaje histórico para comercializar sus productos83, se crearon actividades comerciales especializadas en el marketing nostálgico que, además de las postales y los retratos, ofrecían cajas, cintas de audio, broches, camisetas, relojes, colgantes, llaveros con los rasgos de Mussolini grabados e inscripciones fascistas84. Por otro lado, los mensajes de los visitantes de la cripta Mussolini denotaban una casi absoluta ignorancia sobre quién había sido Mussolini y qué había sido el fascismo en la historia de Italia, además de despojar los lemas que repetían de su significado original, quizás buscando complacer algún deseo de transgresión85.

Una distancia entre política y cultura que con los años se habría consolidado y que tiene su confirmación más reciente en el estancamiento del proyecto de recalificación de la antigua Casa del Fascio y de la Hospitalidad de Predappio y en el programa con el que el candidato centroderechista Roberto Canali fue elegido alcalde con el 60,1 % de los votos para la lista de Unidos por Predappio, que contaba con el apoyo de la Liga Norte, Forza Italia y Hermanos de Italia86. El proyecto —que preveía la creación de un «gran centro de documentación e investigación de carácter internacional sobre el totalitarismo en el siglo xx, con una amplia exposición permanente dedicada a «La Italia totalitaria. Estado y sociedad durante el periodo fascista»» y fue aprobado en 2015, no sin polémicas87, por el Ayuntamiento de Predappio con el fin de «cubrir un vacío cultural de las instituciones y al mismo tiempo llevar a cabo una función pedagógica dirigida sobre todo a las nuevas generaciones»—88 fue suspendido por el comité de centroderecha con la convicción, tal como reza el séptimo punto de sus propuestas, de que «el proyecto […] continuará, pero será mejor», en el sentido de que «deben gestionarlo expertos y no personas que buscan notoriedad». El programa del alcalde nuevo, además de relacionar el tema de la cultura con el de la escuela y la formación, hace hincapié en la necesidad de fomentar el «turismo» y para ello, en su opinión, es indispensable «encontrar una solución para la apertura de la cripta Mussolini» y apoyar las «actividades comerciales y productivas» locales, es decir, «bares, restaurantes, hostales, distribuidores, tiendas»89.

Así pues, los orígenes90, vaciados de su significado histórico y consolidados en su función de motor económico del pueblo, corren el riesgo de perder cualquier posibilidad de resemantización didáctica y cultural y continuar siendo solo la referencia de una ideología anacrónica e incómoda, y sin embargo todavía útil, en la galaxia fragmentada de la (extrema) derecha italiana.

Un museo para neutralizar los conflictos de memória

El historiador de la Universidad de Siena, Marcello Flores, es presidente del equipo interdisciplinar que se organizó en 2014 para la creación del Museo Nacional sobre el Fascismo en Predappio. En esta entrevista habla de la tumba de Mussolini, los conflictos de memoria que genera (como el turismo neofascista) y la intención de “neutralizarlos” mediante el proyecto de museo.

“Sabemos lo que significa ser la ciudad de un dictador”

Giorgio Frassineti fue alcalde de Predappio entre 2009 y 2019. Durante su mandato, se comprometió con la conservación de los edificios históricos de Predappio, especialmente los que habían sido construidos a partir de los años 1920 y desarrolló la idea de un centro de documentación internacional del siglo XX para explicar los fascismos. Esta entrevista fué realizada en abril de 2015, durante el traveling seminar «Museological discourse and Memory in Italy. 70 years after the liberation«.

Enlaces de interés

Créditos

Director del proyecto

 Jordi Guixé y Núria Ricart

Equipo investigador

Andrea Sierra, Cinta Domingo,
Elena Bignami y Núria Ricart

Renderizaciones (proyecto Tortosa)

Jorge Suárez Kilzi

Comunicación

Fernanda Zanuzzi

Coordinación

Ricard Conesa

Vídeos (grabaciones y ediciones)

Paulina Calfuqueo

Fondos fotográficos

Archivo Histórico de la Diputación de Tarragona, Repositorio Digital del Ayuntamiento de Tortosa, Manel Clemente, Wikimedia Commons.

Web design

Estudi Carles Mestre